La calle de la disilusión. Inti-Illimani. Encuentro en el estudio.
- McH

- 2 nov
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En noviembre de 2014, un momento destacado de la música latinoamericana se vivió en la televisión argentina. El programa Encuentro en el Estudio, conducido por el carismático Lalo Mir, abrió sus puertas a un encuentro con Inti Illimani, uno de los grupos más emblemáticos de nuestro país y de la música popular de América Latina. En este escenario único, el conjunto interpretó "La calle de la desilusión", una canción que, a través de sus poderosas letras y su carga emocional, se convierte en un retrato profundo de la desilusión amorosa y las cicatrices del alma humana.
Es importante entender que "La calle de la desilusión" no es solo una simple canción sobre el desencanto. Es una pieza que lleva al oyente a recorrer un paisaje de sombras, de pérdidas y de una amarga reflexión sobre las expectativas rotas. Es una obra compuesta por Manuel Meriño y Daniel Cantillana, dos de los músicos más jóvenes de Inti Illimani, que imprimen a la canción una sensibilidad fresca y directa, pero sin perder la intensidad lírica que caracteriza al grupo.
Desde sus primeros versos, la canción nos transporta a un lugar sombrío, donde la esperanza se ha desvanecido.
"La calle de la desilusión
Es gris y soñolienta
Por la vereda del desamor
Sólo se anda de vuelta".
Estas palabras no solo describen un lugar físico, sino un estado emocional profundo: una calle donde los sueños se apagan y la rutina, marcada por la indiferencia y la soledad, es la única compañía. La imagen de una vereda "del desamor" nos habla de un recorrido que se hace en retroceso, sin posibilidad de avance, un camino que se repite y que nunca lleva a un destino prometedor.
A medida que avanzamos en la canción, las metáforas se intensifican.
"La calle de la desilusión
in luz en las ventanas
Es más un lóbrego callejón
Sin ayer ni mañana".
La falta de luz representa la ausencia de esperanza, la oscuridad que envuelve a los que transitan este espacio emocional. La sensación de estar en un "callejón sin salida" —un lugar sin pasado ni futuro— refuerza la idea de que la desilusión consume por completo la posibilidad de un mañana mejor. La calle se convierte en un espacio cerrado, sin posibilidad de escape ni redención.
El estilo musical de "La calle de la desilusión" ofrece una interesante combinación entre el tono melancólico de la letra y un ritmo que, a pesar de no ser alegre, no cae en una solemnidad excesiva. La canción tiene un pulso que se aleja de la balada lenta, pero no llega a ser una pieza de fiesta o carnaval. Inti Illimani utiliza una base rítmica que recuerda a géneros como la salsa o la cumbia, con percusiones suaves que dan un movimiento sutil, como un ritmo que invita a moverse sin la eufonía típica de esos estilos. La mezcla de la percusión con la guitarra de Meriño y el violín de Cantillana crea una atmósfera en la que la tristeza de la letra se acompaña de una sonoridad que mantiene al oyente en un estado de tensión emocional, pero también con una especie de movimiento latente.

El uso de esta base rítmica, de una salsa o cumbia más pausada, funciona como una paradoja: la canción, a pesar de su tono melancólico y su contenido sombrío, tiene un ritmo que genera una sensación de inercia o de paso, como si la desilusión estuviera caminando por una calle que no lleva a ningún lado, pero que aún así sigue moviéndose. Es como si la canción estuviera diciendo que, a pesar de todo, la vida sigue, que incluso en los momentos más oscuros, la música sigue fluyendo, aunque sea a un ritmo lento y resignado.
La interpretación vocal de Cantillana refuerza este contraste, con una voz cálida pero contenida, que transmite la desilusión sin llegar a perder la fuerza emotiva. A lo largo de la canción, su voz parece bailar con el ritmo, como si estuviera bailando entre la esperanza y la desilusión, entre la búsqueda de consuelo y el enfrentamiento con la tristeza. La combinación de la letra, el ritmo y la interpretación vocal crea una atmósfera única en la que la melancolía se convierte en algo más que tristeza: se transforma en una reflexión sobre la vida misma, en la que incluso la desilusión tiene su propia música.

Este enfoque rítmico y de interpretación hace de "La calle de la desilusión" una pieza compleja, pero accesible, que logra captar tanto la emoción como la reflexión, fusionando la crítica social con una musicalidad envolvente y cautivadora.





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