Alma LLanera. Desde Venezuela hasta Pablo Neruda.
- McH

- 1 nov
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El vuelo de los pájaros y el alma de Venezuela: La inspiración de Neruda y el legado de Alma Llanera.
Venezuela, con su vibrante naturaleza y paisajes exquisitos, fue una fuente inagotable de inspiración para grandes artistas y poetas. Uno de los más destacados fue Pablo Neruda, quien en su paso por tierras venezolanas se sintió profundamente cautivado por el vuelo de sus aves, ese espectáculo natural que se desplegaba ante él como un poema vivo. El viento, el cielo caribeño, y la majestuosidad de las aves venezolanas se convirtieron en una poderosa fuente de inspiración para Neruda, quien plasmó su fascinación por estas criaturas en varios de sus poemas.
Fue en Venezuela donde el poeta chileno encontró un material literario tan rico que lo acompañó por el resto de su vida. La visión de bandadas de aves cruzando los cielos de la sabana, el contraste del rojo vibrante del corocoro contra el verde profundo de la sabana tropical, se quedaron grabadas en su memoria, de tal modo que, al regresar a Chile, no dudó en traer consigo un recuerdo de su experiencia: un corocoro embalsamado, un ejemplar de este emblemático pájaro venezolano, que se encuentra exhibido en el tercer piso de La Sebastiana, la casa de Neruda en Valparaíso, casi como una ofrenda sagrada.
Este pájaro, suspendido casi en éxtasis, nos habla de la fascinación del poeta por la naturaleza salvaje y libre de Venezuela, un país cuyas aves se convirtieron en símbolos de la belleza y el poder del mundo natural. En sus palabras, Neruda logró inmortalizar ese instante de contemplación y asombro, ese estado de éxtasis ante la belleza inabarcable de las aves que volaban sin rumbo, como un símbolo de la libertad más pura.

El mismo Neruda, en su Canto General, escribió:
"¿Qué voy a hacer para cantar
el canto,el plumaje, la luz,
el poderíode lo que vi volando
sin creerloo escuché sin creer haberlo oído?
Porque las garzas rojas me cruzaron:
iban volando como un rojo río y
contra el resplandor venezolano
del sol azul ardiendo en el zafiro
surgió como un eclipse la hermosura:
volaron estas aves desde el rito."
En estos versos, Neruda no solo captura la imagen de las garzas rojas y del corocoro, sino también la energía que se desprende de ellos. Es como si la poesía se hiciera una con el vuelo de estas aves, como si el sol mismo se incendiara al verlos cruzar el cielo.
Para Neruda, esos pájaros eran mucho más que seres alados; representaban una visión del mundo llena de luz, de poder y de una belleza que trascendía lo terrenal. Sus versos nos invitan a conocer un mundo en el que la belleza es tan potente que nos conmueve hasta el alma, un mundo donde las aves, como los corocoros y las garzas rojas, son los guardianes de la naturaleza.
Y mientras Neruda hacía su propia reflexión sobre los pájaros venezolanos, el folclore de Venezuela seguía latiendo con fuerza en las venas del pueblo. Entre los grandes tesoros musicales de este país se encuentra Alma Llanera, un joropo que, desde su estreno en 1914, se ha convertido en uno de los himnos no oficiales de Venezuela.
Esta canción, escrita por el compositor venezolano Pedro Elías Gutiérrez, es una de las piezas más representativas de la música venezolana, cargada de la esencia de la llanura y de la tierra que vio nacer al gran Bolívar.
El joropo, con su ritmo alegre y contagiante, transmite la vitalidad de la llanura venezolana, ese espacio vasto y lleno de vida que inspira tanto a los poetas como a los músicos. Alma Llanera no solo habla de la belleza de la tierra, sino también de la profunda conexión emocional de los venezolanos con su patria. Su melodía, a veces suave, a veces vertiginosa, refleja las montañas, los vientos y los ríos de Venezuela, y se ha convertido en un símbolo de identidad nacional.
Hoy en día, Alma Llanera sigue siendo interpretada en todo el mundo, y su música se adapta a diferentes estilos, desde arreglos tradicionales hasta versiones más modernas y experimentales. Uno de los momentos más emocionantes es cuando la interpretación de esta canción llega a oídos de nuevas audiencias, como es el caso de su interpretación por parte del grupo folclórico español Los Sabandeños.

Originarios de las Islas Canarias, Los Sabandeños le dan vida a esta tradicional canción venezolana con un arreglo mágico que combina la musicalidad de la isla con el espíritu del joropo. Su versión de Alma Llanera no solo respeta la tradición venezolana, sino que también le da un toque único, fusionando el folclore canario con el venezolano de una manera tan natural que el resultado es una pieza que respira la esencia de ambos mundos.
El talento y la dedicación de Los Sabandeños al interpretar Alma Llanera logran transmitir la fuerza del joropo, pero también la belleza y la delicadeza de la melodía. Al escucharla, no solo escuchamos la historia de Venezuela, sino también la universalidad de la música: un lenguaje común que nos une a todos, sin importar las fronteras geográficas o culturales. Esta interpretación de Alma Llanera es una forma de celebrar la riqueza del folclore latinoamericano y de rendir homenaje a la cultura venezolana, llevando su música más allá de sus fronteras.
En resumen, tanto la fascinación de Neruda por las aves venezolanas como la grandiosidad de Alma Llanera nos invitan a reflexionar sobre la profunda conexión que la música y la poesía tienen con la naturaleza, y cómo, a través de ellas, podemos sentirnos más cerca de los lugares y los seres que nos inspiran. La música de Venezuela, como el vuelo de sus aves, sigue cruzando fronteras y tocando los corazones de quienes la escuchan, recordándonos que la belleza del mundo es eterna y que, a través del arte, podemos volar tan alto como lo hicieron las aves que Neruda tanto amaba.




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