Memento – Quilapayún y la voz inmortal de Federico García Lorca
- McH

- 3 nov
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El folclore latinoamericano tiene algo de infinito. No solo por la variedad de sus ritmos o la profundidad de sus letras, sino porque es, ante todo, una manera de recordar. Recordar quiénes somos, de dónde venimos, y a cuántos la historia les negó el derecho de seguir cantando. Dentro de ese vasto universo musical, hay agrupaciones que alcanzan una estatura simbólica, transformando la música popular en arte coral, en reflexión y en legado. Una de ellas es, sin duda, Quilapayún.
El nombre Quilapayún, proveniente del mapudungun —lengua del pueblo mapuche—, significa “Tres Barbas” (Kila = tres, Payún = barba). Nacidos en 1965 bajo el impulso de Eduardo Carrasco y Julio Numhauser, Quilapayún se consolidó como una de las agrupaciones más importantes del movimiento de la Nueva Canción Chilena, junto a muchas otras agrupaciones e Intérpretes.
La interpretación de esta canción se caracteriza por una armonía coral perfecta, con una sonoridad grave y profunda, donde las voces se entrelazan en un diálogo musical que evoca tanto lo ancestral como lo universal. Quilapayún no solo cantó al pueblo chileno; cantó a los pueblos del mundo. Su arte fue —y sigue siendo— una fusión entre el folclore, la poesía, la reflexión política y la espiritualidad.
Entre su amplio repertorio, destaca una interpretación singular, cargada de simbolismo y emoción: “Memento”, basada en un texto del gran poeta español Federico García Lorca.

Federico García Lorca, nacido en Granada en 1898, fue una de las voces más brillantes de la literatura universal. Poeta, dramaturgo, músico y pintor, Lorca encarnó la sensibilidad de una generación que soñó con un mundo nuevo, más justo y más libre. Pero su vida fue truncada prematuramente por la violencia: en agosto de 1936, en plena Guerra Civil Española, fue asesinado por el régimen franquista a los 38 años de edad. Su crimen: escribir, pensar, y amar la libertad.
De su inmenso legado poético nace “Memento”, una pieza breve pero de una profundidad estremecedora. En ella, Lorca medita sobre la muerte, no con temor, sino con una calma luminosa. Sus versos son una despedida serena, un susurro de aceptación frente al destino inevitable.
“Cuando yo me muera enterradme si queréis en una veleta.”
Esa imagen de la veleta, que gira con el viento, simboliza la ligereza del alma que no se aferra a lo material, sino que continúa girando en el aire del tiempo, libre. Lorca, consciente de su destino, parece decirnos que la muerte no es el final, sino un tránsito. Y Quilapayún, con su interpretación de Memento, transforma esa idea en una experiencia sonora que conmueve y eleva.
En esta versión, el grupo logra un equilibrio magistral entre solemnidad y belleza. Las voces se funden en un coro grave, casi litúrgico, donde la melodía parece flotar entre la tristeza y la serenidad. No hay dramatismo innecesario, sino una intensa pureza emocional. La armonización coral —marca registrada del conjunto— le otorga al poema una dimensión espiritual: no se trata de llorar la muerte, sino de comprenderla, de reconciliarse con ella.

El tratamiento musical de Memento se mueve entre lo académico y lo popular, con un aire que recuerda a los cantos fúnebres tradicionales y al mismo tiempo a los coros renacentistas. La interpretación es contenida, introspectiva, casi ritual.
Quilapayún no busca impresionar, sino honrar. Honrar la palabra de Lorca, su sacrificio, y el mensaje que dejó a quienes aún siguen cantando contra la injusticia.
Porque Memento no es solo una elegía; es también un llamado a la memoria.
“Memento” significa:
Parte del canon de la misa en que se ruega por los fieles o por los difuntos.
Recuerdo (acción de recordar)
Y en esa palabra está contenida la esencia de toda la obra de Lorca y de Quilapayún: recordar para no repetir, recordar para seguir vivos.

Cuando escuchamos este tema, sentimos que el tiempo se detiene. Que las voces no pertenecen solo a los tres barbudos del escenario, sino a todos los que alguna vez fueron silenciados por las guerras, las dictaduras o el olvido. Memento se convierte, entonces, en un puente entre España y América, entre la poesía y la música, entre la vida y la muerte.
En esta interpretación, Quilapayún vuelve a demostrar por qué es uno de los conjuntos más admirados de nuestra historia musical: porque logran que cada nota, cada palabra, cada silencio, tenga un sentido. Porque hacen de la música un acto de memoria y de esperanza.
Y así, al escuchar sus voces profundas entonar las palabras de Lorca, entendemos que hay canciones que no se escuchan solo con los oídos, sino con el alma.
Memento, de Federico García Lorca, en las voces magistrales de Quilapayún —los tres barbudos del canto y de la memoria—, sigue recordándonos que la belleza y la justicia, aunque sean perseguidas, nunca mueren.





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